En Toledo se ha desarrollado una muy importante industria de esta artesanía más conocida como «Oro de Toledo». Sirve como seña identificativa de la ciudad. La producción ha dejado de ser artesanal para pasar a industrializarse dado el nivel de producción que se realiza y se comercia.
La industria del damasquinado toledana, que también se ha unido a su industria armera, en este caso de arma blanca, suministra este arte a todas las tiendas de España en donde se vende como recuerdo. En Toledo todavía se mantienen talleres artesanos que realizan piezas de gran calidad.
El damasquinado es un trabajo de artesanía que consiste en la realización de figuras y dibujos mediante la incrustación de hilos o láminas de oro y/o plata en acero o hierro, normalmente, pavonado. El nombre hace referencia a la ciudad de Damasco (Siria).
En Toledo, gracias a la herencia árabe y hebrea, así como al buen hacer pastelero de los conventos de las monjas, también se comenzó a hacer un dulce de almendra y azúcar. La leyenda cuenta que fueron las monjas del convento de San Clemente quienes inventaron el mazapán, cuando la ciudad se hallaba sitiada por los árabes y había gran necesidad de alimentos, por lo que con almendra y azúcar machacado con una maza hicieron un «pan de maza».
Sin embargo, la primera receta de mazapán que se conoce data de 1525. En 1615 aparece una primera ordenanza en referencia a la fabricación de mazapanes en la que se indicaba que éstos debían estar «jaropados de almendras de Valencia y de azúcar blanco, y no de otra manera».